Infundibulum Scientific

HIMNO AL AMOR: DEL CANTAR DE LOS CANTARES A SU REESCRITURA EN EL LIBRO DE BUEN AMOR DEL ARCIPRESTE DE HITA Y EL POEMA ANÓNIMO RAZÓN DE AMOR

KANGA Akissi Agnès Danielle
Université Félix Houphouët-Boigny,
Laboratoire de Littérature et Ecriture des Civilisations, DEILA
kangaagnes@yahoo.fr

Résumé

Mots-clés, Keywords, Palabras clave

poema, medieval, amor, Dios, Cantar, personajes
poem, medieval, love, God, song, characters
poème, médiévale, amour, Dieu, cantique, personnages

TEXTE INTÉGRAL

Introducción

La época medieval española fue marcada por la aparición de varias obras literarias cuyas fuentes de inspiración son textos sacados de la Biblia. En general, los escritores medievales aprovecharon estos textos antiguos añadiendo su propio toque a través de la ficción. La poesía no es una excepción a esta regla con la publicación, en el siglo XIII, de Razón de amor, texto anónimo y, en el siglo XIV, del Libro de buen amor (1330-1343) de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita. El hilo conductor de ambas obras es el amor, ya celebrado en el texto bíblico el Cantar de los Cantares. De ahí, nuestra pregunta: ¿En qué medida se pueden establecer lazos entre los tres textos poéticos a partir del concepto de amor? ¿Existen diferencias entre ellos a propósito de la aproximación al amor? La hipótesis que guía nuestro estudio es que los poetas se centran en el amor para proponer su visión del mundo. El objetivo consiste en poner de realce las características tanto comunes como diferentes de estos poemas a la luz de la percepción del concepto del amor revelado por cada autor. El método seguido para llevar a cabo la meta es la poética del discurso que “explica los efectos literarios describiendo las convenciones y procesos de lectura que los hacen posibles. Está estrechamente relacionada con la retórica, […], es decir, las técnicas en las que se basan el lenguaje y los modos de pensamiento para construir un discurso convincente” (D. L. S Kouadio, 2020, p.73). Así, primero, veremos las características de los poemas Cantar de los Cantares y Razón de amor. Segundo, presentaremos las peculiaridades del Libro de buen amor escrito por un autor excepcional. Por fin, veremos que los textos celebran el amor como fuente de bienestar.

 

  1. Características de El Cantar de los Cantares y Razón de amor

El Cantar de los Cantares es uno de los libros de la Santa Biblia, forma parte del antiguo pacto y constituye el último componente de la serie de libros poéticos y de sabiduría formada por Job, los Salmos, los proverbios, eclesiásticos de Salomón. Consta de ocho capítulos y se presenta bajo la forma de diálogos. La expresión “Cantar de los Cantares” significa, desde nuestro punto de vista, la más bonita de las canciones, lo mejor que pueda existir, belleza suprema por excelencia. Es un texto caracterizado por una serie de diálogos entre dos enamorados, un varón y una mujer. Ambos queridos celebran, cantan sus sentimientos mutuos y lo hacen con gran sinceridad o verdad, sin hipocresía. Tal actitud que toma en cuenta tanto la referencia al verdadero amor en una pareja como entre Dios y su criatura sirve de base a varias homilías y sermones religiosos de la tradición patrística de la Iglesia Católica (Orígenes, 2017). Cabe señalar que, a veces, las canciones de El Cantar de los Cantares son interrumpidas por voces de unos pastores, unos amigos del varón, miembros de la familia de la doncella. Sin embargo, a pesar de todo, nadie es capaz de impedirles seguir su empresa u obra, es decir amarse de manera profunda, sin límites:

Que va derecho hacia mi amado,

 y moja los labios de los que dormitan.

 Yo soy para mi amado,

objeto de su deseo (Cantar de los Cantares, cap.7, v.10-11).

Aunque se trata de un amor compartido y profundamente vivido por los dos amantes, hay que decir que su unión se produce en estricto cumplimiento de las convenciones sociales marcadas por el respeto al pudor y a la naturaleza sagrada del cuerpo. Por eso la enamorada habría querido que su amante fuera su hermano, para poder besarlo sin escandalizar a nadie y estar con él siempre:

¡Ah , si fuera mi hermano,

criado a los pechos de mi madre!

Podría besarte en plena calle,

sin miedo a los desprecios

Te llevaría, te metería

en casa de mi madre

y tú me ensenarías (Cantar de los Cantares, cap.8, v.2).

Existen dos maneras posibles de comentar o comprender estos cantares sobre el amor a lo largo de los siglos. Unos piensan que estos poemas celebran el amor físico, carnal entre el hombre y la mujer y otros los consideran como la relación existente entre el creador y la creatura (P. Uribe Ulloa, 2018, p.263-276). Para los tenientes de la primera tendencia no se trata, en el Cantar de los Cantares, de un amor idealizado o espiritual. Es un amor natural, físico, sensual y celebrado por un hombre y una mujer enamorados. Viven a la vez un amor sensual como lo muestran los versículos siguientes:

Cúbreme con tus besos, porque más dulce que el vino es tu amor.

 ¡Tu aroma es delicioso!

Y tu nombre lleva el mejor de los perfumes.

Por eso te aman las jóvenes.

¡Llévame contigo, huyamos juntos!

¡Mi rey, llévame a tu habitación!

Nos alegramos por ti y

recordaremos que tu amor es más dulce que el vino

¡Con razones eres amado! (Cantar de los Cantares, cap.1, v.2-4).

 

De hecho, este poema atribuido a Salomón sugiere varias claves de lectura, que van desde la relación entre Dios y su criatura, la simple unión entre un hombre y una mujer, la exposición de sentimientos y emociones entre un pastor y una pastora, el juego de la seducción en el Próximo Oriente durante la antigüedad. De todas estas observaciones se desprende la importancia de la noción de amor expresada de diversas maneras. Por tanto, es difícil, si no, imposible, hablar del poema Cantar de los Cantares sin tener en cuenta la experiencia del amor encarnada por los personajes retratados en este texto que no oculta el juego sexual:

Para el caso del Cantar postulamos que el texto mismo sugiere diversas claves que se complementan e iluminan la lectura: [primero:] La oposición entre lo singular y lo múltiple. Esto adquiere varios aspectos en los poemas, tales como la afirmación del amor personal y el rechazo de una sexualidad anónima o la preservación del propio cuerpo para el ser amado y en consecuencia negarlo a otras posibles relaciones. [segundo] La crítica de la sexualidad impersonal representada por la figura del rey Salomón. [tercero] La valoración del cuerpo; su belleza; el placer del encuentro sexual. [tercero] La necesidad de leer el Cantar en clave de mujer (P. R. Andiñach, 2010, p. 92).

 

Ante la obra poética el Cantar de los Cantares, existen un poema medieval que es la anónima Razón de amor (1205). De manera general, las aventuras de héroes, sucesos, temas religiosos y proverbios morales- satíricos o burlescos – forman parte del contenido de la poesía medieval, desde los Jarchas populares, pasando por poetas cultos que representan al Mester de clerecía al igual que Gonzalo de Berceo. Entre los siglos V y XV, la lengua romance avanza hasta sustituir por completo al latín y favorece la aparición del poema Razón de amor (1205). Compuesto hacia mediados de siglo, este breve poema lírico da cuenta del encuentro entre dos enamorados. Los debates en torno a la autoría de Razón de amor, cuyo título es razón de amor con los denuestos del agua y del vino, son múltiples:

Desde la publicación del texto castellano del siglo XIII conocido como la Razón de amor por A. Morel-Fatio, en Rumanía, XVI, 369 y ss, las opiniones de los estudiosos se dividen entre la teoría de dos piezas independientes, un poema de amor y un debate sobre el vino y el agua, cosidas entre sí (Morel-Fatio) o burdamente mezcladas por un escriba torpe (Petraglione, Caroline Michaelis de Vasconcellos), y la teoría de un conjunto artístico, ciertamente mal ordenado, pero que se remonta al autor, ese escolar o clérigo que se presenta como tal en la poesía (Monaci, Menéndez Pidal). Los argumentos de Pidal a favor de la unidad de Razón de amor me parecen definitivos (L. Spitzer, 1950, p.145)[1].

 

Es un poema breve del siglo XIII, probablemente redactado hacia 1205, anónimo porque no se sabe si el firmante del poema, Lope de Moros, es el verdadero autor o simple copista:

Ahora bien, ¿este Lope, natural de Moros, en la frontera de Castilla y Aragón, fue el autor del poema o solo un copista? En el primer caso, ¿se puede identificarlo con el poeta escolar y cosmopolita, viajado por Francia, Alemania y Lombardía, hábil en lides amorosas (‘que siempre dueñas amó’) que presenta el texto? El interrogante nos conduce a los laberintos de la subjetividad del autor medieval o a la supuesta circunstancia autobiográfica de algunas obras, temas que exceden en mucho los alcances de este trabajo. Sin embargo, podemos resumir que, en la tradición hispánica, las tempranas muestras de obras vinculadas a un nombre no están libres de problemas y promueven dudas sobre la autenticidad de la atribución y la labor llevada a cabo por el firmante (L. R. Miranda, 2017, p.64).

 

Razón de amor consta de 264 versos y permanece actual al considerar la riqueza o la variedad de los temas abordados, sobre todo, el amor físico, la referencia a la naturaleza, la bebida y la comida. El escritor empieza su poema por una invitación a prestar atención a lo que se propone dar como mensaje:

 

Quien tenga triste su corazón,

venga a escuchar esta historia,

oirá una razón acabada,

de amor y bien rimada (Razón de amor, 2005, v. 1-4).

 

Se dirige específicamente a todas las personas que sufren de melancolía, amargura y malestar. Presenta su poema como un remedio eficaz para curar y poner fin de manera definitiva a todo dolor emocional. Su poema, percibido como terapia, tiene dos ejes: el primero consiste en hablar de amor y el segundo corresponde a la presentación de una obra del Mester de clerecía[2]. El vocabulario del amor en Razón de amor es simbolizado por las referencias a la naturaleza a través de un paralelismo con El Cantar de los cantares en que se puede leer:

 

He aquí que tú eres hermoso,

amado mío y dulce;

Nuestro lecho es de flores.

Las vigas de nuestra casa son de cedro (Cantar de los Cantares, cap.1, v.16).

 

El fragmento siguiente lo expresa mediante el juego metafórico y el recurso a las repeticiones en Razón de amor:

Tomé un trago de agua

y me refresqué completamente.

Tomé en mi mano una flor,

sabed que no la peor,

y quise cantar el amor cortés (Razón de amor, 2005, v.51-55).

 

Además, existe una descripción detallada e idéntica de la amada tanto en el Cantar de los Cantares como en Razón de amor. En El Cantar de los Cantares el poeta escribe:

He aquí que tú eres hermosa,

amiga mía;

he aquí, que tú eres hermosa;

tus ojos entre tus guedejas, como

de paloma;

tus cabellos como manada de cabras

tus dientes como manada de ovejas (Cantar de los Cantares, cap.4, v.1-2).

 

En el caso de Razón de amor, podemos leer lo que sigue:

 

Los cabellos cortos sobre la oreja,

La frente blanca y lozana,

La cara fresca como una manzana, […]

Los ojos negros y risueños,

La boca correcta y los dientes, blancos;

Los labios rojos (Razón de amor, 2005, v.58-66).

 

El Cantar de los Cantares y Razón de amor constituyen una verdadera muestra del amor alabado como lo atestiguan sus diferentes versos. Así pues, ¿cómo describe, a su vez, Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, autor de una obra singular que es El Libro de buen amor?

  1. El Libro de buen amor: un poema peculiar con un autor excepcional

Recordemos que el siglo XIV, sobretodo su segunda mitad, es una época de graves trastornos con la depresión económica y los desastres sanitarios debidos a la peste negra (A. Vaca Lorenzo, 1984, p.89-107). En estos tiempos, España malgasta sus energías en estériles luchas nobiliarias mientras que se extiende por todas partes un profundo malestar que afecta a la moral establecida (J. R. Díaz de Durana Ortiz de Urbina, 2004, p.81-112). Frente a este espectáculo de caótico desorden, se observan dos posiciones esenciales a nivel de la literatura española de aquel entonces. La primera postura remite a la de los que lo toman como motivo de regocijo y de humor y la segunda alude a quienes reaccionan con el gesto de agria repulsa. Juan Ruiz, autor del Libro de buen amor forma parte de los primeros citados. Esta obra poética consta de 1700 estrofas y de 14 historias amorosas. No olvidemos que su vida ha sido marcada por una serie de fracasos amorosos, aunque, sin embargo, “muy pocos datos se poseen de la vida del Arcipreste de Hita […]. Nace quizás en Alcalá de Henares y cumple la función de Arcipreste de Hita en la provincia de Guadalajara” (J. L. Alborg, 1972, p.224). Además, no hay certidumbre de que se encontrara preso del cardenal Gil de Albornorz, el arzobispo de Toledo de 1337 a 1350 (C. Alvar, J. C. Mainer, R. Navarro, 2014, p. 145) ¿Qué se puede decir a propósito de su obra poética el Libro de buen amor? Es una obra maestra del mester de clerecía constituida por una larga serie de aventuras o episodios con cierto desequilibrio en éstos, expuestas en forma autobiográfica donde el autor nos cuenta, con notable desenfado, sus supuestas andanzas amorosas. Comienza la obra con una introducción en la que se mezclan el verso y la prosa sobre el modelo de una oración y clase de latín:

Ésta es oraçión qu’el arçipreste fizo a Dios quando començó este libro soyo

Señor Dios, que a los jodíos pueblo de perdiçíon

 sacaste de cabtivo del poder de Faraón,

a Daniel sacaste del poço de Babilón,

saca a mi coytado d’esta mala presión. […]

Intellectum tibi dabo, et instruam te in via hac, qua gradieris: firmabo super te oculos meos

El profeta David, por Espíritu Santo fablando, a cada uno de nos diçe en el psalmo triçésimo primo del verso deçeno, que es el que primero suso escrebí. En el qual verso entiendo yo tres cosas, las quales diçen algunos doctores filósofos que son en el alma et propriamente suyas, que son éstas: entendimiento, voluntad, et memoria. Las quales digo, si buenas son, que trahen al alma consolaçión, e aluengan la vida al cuerpo, et danle honra con pro e bona fama: ca por el buen entendimiento entiende hombre el bien, et sabe d’ello el mal (J. Ruiz, 1992, p.5-8).

El texto presenta una forma de hibridación a nivel formal; lo que indica que el poeta, muy culto, domina también las técnicas de escritura de su tiempo. Además, Juan Ruiz no duda en evocar las figuras de ilustres personajes bíblicos salvados por Dios. En realidad, su obra responde a un propósito doctrinal mediante la intención didáctica al servicio tanto de la moral eclesiástica como de un anhelo de placeres terrenos. En efecto, “a lo largo de la obra el libro se presenta como una herramienta para combatir el loco amor terrenal, también se admite que puede leerse como un manual para seducir” (M. Freixas Alás, 2017, p.122). El propio poeta lo revela:

E Dios sabe que la mi intención non fue de lo fazer por dar manera de pecar ni por maldecir, mas fue por reducir a toda persona a memoria buena de bien obrar e dar ensienplo de buenas costunbres e castigos de salvación; e porque sean todos apercebidos e se puedan mejor guardar de tantas maestrías como algunos usan por loco amor […] Non creades que es libro neçio, de devaneo, nin tengades por chufa algo que en él leo: ca, segund buen dinero yaze en vil correo, ansí en feo libro está saber non feo (J. Ruiz, 1992, p.10-11, p.14).

El poeta se presenta al lector como hacedor o, mejor dicho, modelo de la buena conducta por seguir. Observamos que más aun, lo religioso es utilizado a veces con fines profanos mientras al relato más desenvuelto sirve en ocasiones como ejemplo para deducir una conclusión moralizadora. El poema gira en torno a la adhesión a los principios religiosos y critica el goce impetuoso de la vida presente:

Conpuse este nuevo libro en que son escriptas algunas maestrías e sotilezas engañosas del loco amor del mundo, que usan algunos para pecar. Las quales, leyéndolas e oyéndolas omne o muger de buen entendimiento que se quiera salvar, descogerá e obrarlo ha […]otrosí los de poco entendimiento non se perderán; ca […] acordarán la memoria e non despreciarán la fama (J. Ruiz, 1992, p.9).

Como autor de su tiempo, el poeta denuncia las desviaciones o exageraciones que observa en su sociedad. El lenguaje de Juan Ruiz es rico y pintoresco por términos y expresiones, con numerosos refranes y asuntos populares que contribuyen a producir una impresión de habla familiar. Además, el humor del Arcipreste, con su tono jovial y divertido, que elude a todo pesimismo e invita a la risa franca, responde de su exactitud al espíritu burlón de la sociedad medieval. Hay la caricatura del mundo caballeresco a través del combate entre Don Carnal y Doña Cuaresma en el cual se parodian los debates sobre el encuentro entre un caballero y una pastora. El texto poético que celebra el regreso victorioso de los personajes Amor y Carnal es aclamado por monjes, frailes, sacerdotes, hombres ricos y labradores en una gran fiesta.

Andan tres ricos hombres allí en una dança,

entre uno e otro non cabe punta de lança, […]

Pues Carnal es venido, quiero perder laseria

la Quaresma católica dola a Santa Quiteria,

quiero ir Alcalá, moraré en la feria,

dende andaré la tierra, dando a muchos materia.

Otro día mañana antes que fues’ de día

movió con su mesnada Amor, e fue su vía,

dexome con coydado, pero con alegría,

este mi señor siempre tal costumbre avía. (Juan Ruiz, 1992, v. 1287-1317).

 

Es un claro recuerdo de las narraciones caballerescas en las que se loa el triunfo de algún héroe o la presencia del corte. La llegada, sin olvidar el toque eclesiástico con el recibimiento de Don Amor por los Clérigos. La meta de su escritura remite a un didactismo diferente del de las homilías católicas:

Pero tal didactismo no se ve enunciado en términos de lecciones, sermones o argumentos: se quiere transmitir un conocimiento del mundo, y la forma en que se decide enseñar es festiva y alegre, y de ninguna manera excluye el humor ni la parodia, la diversión ni la delectación, lo satírico ni lo burlesco, lo popular ni lo picante. Llegados a este punto, cabría preguntarse: ¿y qué, en última instancia, se quiere enseñar? ¿Se trata de lecciones morales, eróticas o lírico-artísticas? ¿O acaso todas a la vez? El Arcipreste ha enunciado muchas finalidades, y la respuesta a tales interrogantes podría ser aventurada (S. A. Villegas, 2013, p.320).

Desde entonces, destaca la visión de la realidad que pasa por el humor y una descripción realista, que son ejes capitales de la poesía de Juan Ruiz. Es decir que existe en su escritura una vigorosa exactitud del espectáculo de la vida cotidiana reflejada como si el poeta fuera un pintor. El lector puede observar esta orientación estilística en la descripción minuciosa de la emoción amorosa de Doña Endrina:

Los labros de la boca tiémblenle un poquillo,

El color se le muda hermejo e amarillo,

El corazón le salta ansí a menudillo,

Apriétame mis dedos en sus manos quedillo (J. Ruiz, 1992, p. 25).

Por lo general, prefiere la expresión rápida y vivaz de escenas animadas. El color, la luz, el movimiento son lo que él consigue plasmar con mano maestra. A eso, se añade el tono juglaresco de su poema. Mediante su pluma, el juglar y el clérigo llegan a fundirse por completo. Pero aquí, el juglar no solicita un don al terminar su relato. Se limita a pedir una oración que es el “Paternóster” a guisa de recompensa. Con una considerable cultura literaria, el Arcipreste de Hita revela también una fuente inclinación al arte popular por el tono rural que caracteriza a la burguesía castellana de la época.

En este marco, la enérgica llamada menéndezpidaliana hacia lo extensivamente juglaresco del Libro de buen amor, que llevaba consigo una explícita minusvaloración de su vertiente didascálico-moralista, como ajena a la tradición juglaresca, no contribuye a la afirmación de una voluntad autorial unificante. Si, por un lado, se afirma que Juan Ruiz […] trabaja sobre todo la combinación de sus fuentes y la estructura general de su libro […] y, por otro lado, se define esa estructura […] como un vasto Cancionero, engastado en una biografía humorística […], negando la posible finalidad seria de ese humorismo y la relativa re-funcionalización de los materiales, el empeño creativo de Juan Ruiz en el poema puede ser visto como un arte escuetamente combinatorio (G. Di Stefano, 2004, p.135-136).

Así pues, Juan Ruiz considera su tarea literaria como una colaboración con el pueblo, por ello lo hace entrega de su obra para que éste lo altere según sus gustos y preferencias:

Cualquier homme que lo oya, si bien trobar, sopiere puede más añadir e emendar si quissiere […];E porque mejor sea de todos escuchado, fablarvos he por trovas e por cuento rimado: es un decir fermoso e saber sin pecado, razón más plazentera, fablar más apostado. (J. Ruiz, 1992, p.14).

Notamos el carácter humilde del poeta. Se dirige al pueblo entero, pero plantea el problema de la recepción de su texto. Para él, se necesita la plena adhesión del lector al programa propuesto por el propio poeta. Así, no se presenta como único poseedor de la verdad exclusiva al estar dispuesto a toda contribución por parte del lector que desea abrirse a la luz divina que el poema transmite. Así, Juan Ruiz aborda cuestiones sensibles de su época. El Arcipreste de Hita, sin duda, es un poeta de referencia de la literatura medieval española. Los versos y elementos de su obra son, entre otros, el lenguaje expresivo combinados al agudo sentido del humor, su realismo vigoroso y la inspiración juglaresca son la muestra de su espíritu zumbón y malicioso que sabe presentar “una cristianización de la carne y sexualidad moderna” (H. Vezzetti, 2010, p.19) en la época medieval en que la lengua romance tiene su importancia en la literatura. A pesar de sus peculiaridades que lo distinguen de muchas obras de su tiempo, el Libro de buen amor posee rasgos comunes con El Cantar de los Cantares bíblico y Razón de amor por ser textos que hacen del sentimiento amoroso su hilo conductor.

  1. El amor como fuente de vida

El amor es un intenso sentimiento de afecto y apego hacia un ser vivo o cosa que lleva a quien lo siente a buscar la proximidad física, intelectual o incluso imaginaria del objeto de ese amor. El amor que se siente por otra persona puede desembocar en un comportamiento determinado y dar lugar a una relación amorosa si este amor es recíproco. En efecto,

El amor romántico, desde la etimología griega, coincidiría con el amor eros (enamoramiento, amor pasional) y vendría definido por la “pasión amorosa” que […] se basa en cuatro elementos: idealización, erotización del otro, deseo de intimidad y expectativa. Sin embargo, sabemos que existen otros tipos de amor, que corresponden al amor filias (amistad con deseo, amistad de pareja), el amor ágape (compasión, amor desinteresado, ternura…). Social e históricamente hemos aceptado el concepto de “amor” y “amor romántico” como un sentimiento universal, ahistórico, inmutable, eterno (A. Pascual Fernández, 2016, p. 65).

Como concepto general, el amor suele referirse a un profundo sentimiento de ternura y empatía hacia una persona. Sin embargo, incluso esta concepción específica del amor incluye una amplia gama de sentimientos diferentes, desde el amor apasionado y el amor romántico, hasta la tierna cercanía sin sexualidad del amor familiar o el amor platónico y la devoción espiritual del amor religioso. El amor, en sus diversas formas, actúa como un factor importante en las relaciones sociales y ocupa un lugar central en la psicología humana, lo que también hace que sea uno de los temas más comunes en el arte. En efecto,

Los productos o los efectos del amor, por otra parte, se han traducido muy frecuentemente en arte. Los varones, sobre todo los ilustres y poderosos, han levantado monumentos al amor de sus esposas o amantes, y en nombre del amor se han producido los más sublimes actos personales, incluyendo sacrificios. Pero, sobre todo, ha producido bellísimos discursos, poemas o textos que entraron en la historia de la literatura, es decir, en la historia de las artes (C. Fernández Villanueva, p. 126).

 

Los textos exponen en una serie de poemas el amor mutuo de una pareja de amantes, que se juntan y se pierden, se buscan y se encuentran. En el caso de El Cantar de los Cantares, al amado se llama «Rey» (El Cantar de los Cantares, cap. 3, v. 7-9) y a la querida se la llama «Sulamita» (El Cantar de los Cantares, cap. 7, v. 1), nombre en el que se ha querido ver reflejado fonéticamente el nombre de Salomón o el de la Sunamita, percibida como la reina etíope de Saba, que aparece en la historia de los reyes judíos David y su hijo Salomón (Primer Libro de los Reyes, cap. 1, v. 3 y cap. 2, v. 21-22). No olvidemos que la relación amorosa entre Salomón y la Sunamita es fuente de inspiración para unos poetas y dramaturgos españoles tales como Tirso de Molina y Calderón de la Barca (E. Rull Fernández, 2009, p.329-352) o Arias Montano y fray Luis de León (V. Núñez Rivera, 2020, p. 1-16). En cuanto a Razón de amor, la influencia del Cantar de los Cantares es indudable. Uno de los ejemplos concretos es la temática del encuentro que tiene lugar « en un entorno campestre con imágenes primaverales » (P. Uribe Ulloa, 2018, p.272). Se trata, pues, de dos enamorados que suelen encontrarse. Ambos pertenecen al universo de la nobleza. La amante es descrita como una mujer rica, poseedora de un vergel:

Lo había puesto ahí una dama,

 que era dueña del huerto

 para, cuando su enamorado viniese

 darle a beber de aquel vino (Razón de amor, 2005, v.19-22).

Es una dama quien tiene un poder encantador:

Quien de ese vino bebiese,

 cuando comiera por la mañana,

y de él tomase cada día,

nunca más estaría enfermo (Razón de amor, 2005, v.23-26).

El poeta quiere decir simplemente que la mujer tiene un poder encantador y que nadie puede resistirse a su atracción. Por supuesto, el vocabulario del mundo mágico podría llevar a ver en este texto una vuelta al poder de las hadas, los duendes y elfos que pueblan el imaginario literario y colectivo de la Edad Media europea y que, sin duda, también afecta a España (M. Cousillas Rodríguez, 2010, p.61-69). Pero este enfoque se ve cuestionado por la referencia al cristianismo de la que se hace eco el poema. De hecho, el lector recibe una súplica cristiana y una acción de gracias a modo de conclusión del poema:

Por Dios que me digáis, señora,

¿qué prendas tenéis de su amor? […]

¡Gracias a ti, Señor,

 que ahora ya conozco a mi amado!

¡Todo mi bien se halla conmigo

ahora que conozco a mi amigo! (Razón de amor, 2005, v.116-117, v.130-133).

La mujer enamorada manifiesta su gratitud al Creador que le ha permitido encontrar a su alma gemela; el amor de su vida. Se convierte en testigo de una existencia marcada por la búsqueda del hombre perfecto, al igual que en el Cantar de los Cantares. Las dos mujeres evolucionan en una dinámica similar, la de fundirse con la persona amada para dar sentido a sus vidas. En el Cantar de los Cantares, la Sunamita tiene un eslogan que es: “mi amado es mío y yo de mi amado” (Cantar de los Cantares, cap. 2, v. 16). Puesto que Razón de amor forma parte de la poesía medieval que no puede prescindir del amor cortés[3], la dama aspira a ese tipo de unión codificada cuando dice:

Nunca oí decir de otro hombre

 que tuviera tan corteses maneras.

Más querría estar contigo

que mandar toda en España (Razón de amor, 2005, v.86-87).

Para el personaje femenino, el amor es preferible a la adquisición de bienes materiales, honor y poder. Esta es la visión del poeta que transmiten las palabras de la mujer enamorada en Razón de amor. Pero, las enamoradas de Razón de amor y el Cantar de los Cantares temen por perder a sus respetivos enamorados. Como personaje femenino amoroso, la Sunamita no quiere que otras mujeres le quiten a su hombre, mostrando así una forma de celos teñida de miedo a una posible pérdida del ser amado. Lo revela mediante la metáfora del sueño del que las mujeres de su pueblo que deben despertar a su amado:

Os conjuro, muchachas de Jerusalén,

por las gacelas y las ciervas del campo,

 que no despertéis ni desveléis,

a mi amor hasta que quiera (Cantar de los Cantares, cap. 2, v.7).

En el poema Razón de amor la dama no sólo tiene miedo de sucumbir a la locura del amor, sino que teme que su amante juegue con ella, abuse de su confianza y la traicione sin tener en cuenta su dignidad:

Pero una cosa me inquieta:

 tengo miedo de ser engañada;

pues dicen que otra mujer,

 cortés, hermosa y buena,

te quiere tanto

que por ti pierde el sentido;

 y por eso tengo temor

de que quieras más a ésa.

Mas si te viese una sola vez,

¡seguro que me querrías por amada! (Razón de amor, 1205, v.88-97).

El poema celebra pues el fin amor, el amor superior y delicado. El lector se da cuenta de que son palabras de una doncella, que afirma preferir el amor de clérigo al de un caballero.

Asimismo, el código del amor cortés se convirtió en una ‘religión de amor’, al extenderse la significación de sus ideas más allá de su inmediato y ostensible contenido erótico, ya que la dama se vuelve un objeto de culto, mientras el enamorado perfecciona todas sus virtudes para mostrarse digno de ella, lo que no siempre consigue (L. R. Miranda, 2017, p.63).

 

Las palabras de la doncella enamorada, tras los besos suenan a tantas otras de la lírica tradicional. La señora del Vergel por descubrir el amor está a sus anchas y goza de una paz interior. A diferencia de los dos poemas que son El Cantar de los Cantares y Razón de amor, observamos en el Libro de buen amor que el poeta está interesado en la promoción del amor perfecto mediante la pura relación entre los personajes que intercambian. Su particularidad reside en el hecho de que se centra en la toma en cuenta del estatus de la mujer casada. No olvidemos que El Cantar de los Cantares promueve, de manera simbólica, el amor entre Salomón, conocido por su harem, y la etíope Sunamita, reina de Saba. Razón de amor no precisa a quien tipo de mujer, casada o no, se dirige la seducción amorosa. En el caso de Juan Ruiz, el poeta aporta una contribución muy clara al rehusar las relaciones amorosas entre un varón y una mujer ya casada:

El amplio retablo de amores del Libro del Buen Amor nos muestra que el Arcipreste muda de actitud amorosa según su grado de implicación sentimental y según quién sea la dama objeto de su deseo. […]. Observamos, también, que las damas ya no son señoras casadas, algo que habría escandalizado a la moral castellana de la época. El galanteo se lleva a cabo con damas célibes (como la doncella delicada que muere) o viudas (como la primera dama), ya sean jóvenes o damas de más edad, pero en ningún caso con damas casadas. Aquí se abandona la fin’amors para seguir l’amour courtois que tiene un componente más moral al evitar caer en el adulterio de la fin’amors, de manera que el service d’amour o cortejo sirve en muchos casos de preámbulo al matrimonio M. J. Salinero Cascante, 2006, p.89).

Juan Ruiz critica pues toda forma de institucionalización de los amantes. Cuando dice que existen en el sistema de seducción “malas maestrías e […] engañosas maneras que usan para pecar e engañar las mujeres” (Juan Ruiz, 1992, v.97-99) vemos que el escritor se opone a las relaciones sexuales realizadas fuera del matrimonio. Es decir que se opone al adulterio que provoca el sufrimiento. Este tipo de amor carnal no puede más que destruir al ser humano. El poeto lo indica a través de la metáfora del corazón atado cuya situación tiene consecuencias perversas sobre la vida:

¡Ay, coraçón quexoso, cosa desaguisada!

¿Por qué matas el cuerpo, do tienes tu morada?

¿Por qué amas la dueña que non te preçia nada?

Coraçón, por tu culpa bivirás vida penada (Juan Ruiz, 1992, v.786).

En efecto, en la introducción del poema, presentada bajo la forma del sermón religiosos, Juan Ruiz sitúa el tema y la intención de su obra que consiste en enseñar sobre lo que es el buen amor. Rechaza la práctica de la lujuria y el libertinaje, calificados de “amor loco” (Juan Ruiz, 1992, v.28) a favor de la búsqueda de un tipo de amor puro, únicamente aprobado por Dios. Como moralista cristiano, afirma que el ser humano está sometido al pecado debido a su “flaca condición humana [y el verdadero amor o] buen amor […] es el de Dios” (Juan Ruiz, 1992, v.32). Para él, el amor verdadero, liberado de las cadenas del pecado, conduce al Cielo, lo que es el bienestar supremo.

 

Conclusión

Existen lazos comunes entre El Cantar de los Cantares, Razón de amor y el Libro de buen amor a pesar de las especificidades de cada poema. Todos se centran en la promoción del amor, visto como fuente de bienestar. A diferencia de los autores del Cantar de los Cantares y Razón de amor, Juan Ruiz, con su Libro de buen amor, difunde una visión mucho más moralista del concepto del amor. Sin embargo, los autores de Razón de amor y el Libro de buen amor se han inspirado en El Cantar de los Cantares con motivo de celebrar las buenas relaciones en una pareja. A la lectura de los tres textos poéticos, el amor descrito es un amor sensual, carnal, que pasa continuamente por la exaltación de la belleza y las relaciones físicas, cuyo simbolismo espiritual está probado. Pero, como clérigo cristiano, el Arcipreste de Hita insiste en el amor puro como si quisiera condenar las malas conductas de sus contemporáneos.

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[1] Texto original: Depuis la publication du texte castillan du XIIIe siècle connu sous le nom de Razón de amor par A. Morel-Fatio, dans la Romania, XVI, 369 sqq., les opinions des savants sont partagées entre la théorie de deux morceaux indépendants, un poème d’amour et un débat du vin et de l’eau, cousus bout à bout (Morel-Fatio) ou mêlés grossièrement par un scribe maladroit (Petraglione, Caroline Michaelis de Vasconcellos), et la théorie d’un tout artistique médiocrement agencé, il est vrai, mais remontant à l’auteur, cet escolar ou clérigo qui se présente comme tel dans la poésie (Monaci, Menéndez Pidal). Les arguments de Pidal en faveur de l’unité de Razón de amor me semblent définitifs

[2] Se trata de la literatura medieval de los clérigos o sabios que se desarrolló en los siglos XIII y XIV. Son obras narrativas en verso con la intención de enseñar valores cristianos, así como de difundir las vidas y milagros de los santos patronos de los monasterios. Los textos escritos en el ámbito eclesiástico y religioso utilizan un vocabulario amplio y culto, lleno de retórica, estrofas, versos regulares con la conciencia de ser diferentes a los juglares. Por su carácter formal, se atribuye una gran diferencia al maestro de juglaría compuesto por una narrativa más popular y menos culta. Por su parte, los clérigos crean la cuaderna vía, una técnica literaria revolucionaria. En efecto, es una estrofa de cuatro versos de catorce sílabas monorrimos. La cuaderna vía, o verso alejandrino, tiene probablemente su origen en la poesía latina medieval, o en la francesa y provenzal del siglo XII. Los poemas de los clérigos se recitaban públicamente, al igual que los de los malabaristas. Por otro lado, los temas son antiguos, bíblicos, hagiográficos o clásicos. Pero la lengua mezcla a menudo giros populares con expresiones latinas. Gonzalo de Berceo, con sus Los milagros de Nuestra Señora, y Juan Ruiz aparecen como representantes de esta escuela medieval.

[3] Desde tiempos inmemoriales, los escritores se han visto impulsados a cantar al amor, a exaltar la unión de los corazones que se buscan… El amor cortés en la Edad Media es una concepción del amor basada en el deseo y en la noción de cortesía, que hace referencia a un conjunto de valores y modales que se dan especialmente entre la nobleza. En este amor cortés, también llamado « fin’amor », se mezclan la pasión y la desesperación, el placer y el sufrimiento, ya que suele ser una relación secreta. El amor cortés en la Edad Media es un amor idealizado. El hombre -normalmente un caballero- pero siempre de rango inferior, adora a una bella dama que parece inalcanzable. Para ganársela, demuestra su valentía, especialmente en la batalla, con la esperanza de ganarse su corazón. Pero el amor cortés en la Edad Media no sólo tiene que ver con el valor de un valiente caballero, sino también con el arte de dominar la poesía, la cortesía y los buenos modales. El amor cortés no se vive en el matrimonio, pero no es sólo un amor platónico. Cuando se conquista a la bella, el amante se somete por completo a la mujer que ama, le es fiel, debe satisfacer sus deseos y merecer incesantemente su atención. A principios del siglo XII, el amor cortés adquiere un aire lírico en la poesía y los trovadores cantan sobre el arte de amar.

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