Infundibulum Scientific

LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA A LA LUZ DE LA MEMORIA HISTÓRICA

KPAN Victor
Enseignant­Chercheur,
Université Alassane Ouattara
victkpan1@hotmail.com

Résumé

Mots-clés, Keywords, Palabras clave

Dictadura, Transición, Constitución, Memoria histórica, Democracia
Dictature, transition, constitution, mémoire historique, démocratie
Dictatorship, transition, constitution, historical memory, democracy

TEXTE INTÉGRAL

Introducción

La transición política se define como un proceso que permite pasar gradualmente de un régimen dictatorial a una democracia, es decir, a un régimen en el que el poder lo tiene o lo controla el pueblo. También es el cambio para la estabilidad en caso de crisis. En el caso de España, la transición política se ha visto como una transición de la dictadura franquista a un régimen democrático liberal de corte europeo. La historia política reciente de España, que se remonta a principios del siglo XX, ha estado cargada de dificultades, a menudo partidistas. Los relatos conmemorativos han dado muy a menudo la versión de los vencedores de la Guerra Civil.

Según J. María Pedreño (2004, p.10-12) «La memoria histórica debe abordarse desde todos los ángulos posibles. Esto incluye la investigación histórica y científica, no como elementos aislados sino como instrumentos interrelacionados entre sí. El trabajo de historiadores, archiveros, documentalistas, antropólogos y sociólogos se convierte en una herramienta para conocer la verdad». Es en este contexto de memoria histórica donde formulamos nuestro temaː « La transición española a la luz de la memoria histórica ». Recordemos que partidos políticos como el PSOE reclamaban el federalismo como forma de Estado y la ruptura total con el franquismo. Todo esto son incoherencias y   zonas de sombras que dificultan la comprensión de lo que realmente ocurrió en la redacción de la Constitución de 1978.

Por eso nos preguntamos ¿Cómo partidos políticos con puntos de vista opuestos fueron capaces de ponerse de acuerdo para redactar una constitución que se presentó como modelo para otras naciones? ¿Cómo podrían estos partidos renunciar a sus reivindicaciones, incluidos sus ideales y orientaciones? El objetivo de este artículo es analizar, a la luz de la recuperación de la memoria histórica, la verdad histórica sobre la redacción de esta constitución y el cambio de régimen advenido en España tras la muerte de Franco.

Para una mejor comprensión de nuestro enfoque científico, comenzaremos nuestra reflexión explicando el término « recuperación de la memoria histórica ». A continuación, veremos todo el escenario y todos los actores endógenos y exógenos que intervinieron. Por último, veremos qué factores o actores provocaron este cambio de régimen en España.

 

  1. La transición española a la luz de la « memoria histórica » (1975-1978)

La Transición Española es el período histórico durante el cual se lleva a cabo el proceso por el que España deja atrás el régimen dictatorial del general Francisco Franco, pasando a regirse por una constitución que consagraba un Estado social y democrático de Derecho.

El 22 de noviembre de 1975, Juan Carlos de Borbón fue proclamado rey de España. El Rey confirmó en su puesto al Presidente del Gobierno del régimen franquista, Carlos Arias Navarro. No obstante, pronto se manifestaría la dificultad de llevar a cabo reformas políticas bajo su Gobierno, lo que produciría un distanciamiento cada vez mayor entre Arias Navarro y Juan Carlos I. Finalmente el Presidente del Gobierno presentó su dimisión al rey el día 1 de julio de 1976. Arias Navarro sería sucedido en el cargo por Adolfo Suárez, quien se encargaría de entablar las conversaciones con los principales líderes de los diferentes partidos políticos y fuerzas sociales, más o menos legales o toleradas, de cara a instaurar un régimen democrático en España.

El camino utilizado fue la elaboración de una nueva Ley Fundamental, la octava, la Ley para la Reforma Política que, no sin tensiones, fue finalmente aprobada por las Cortes y sometida a referéndum el día 15 de diciembre de 1976. Como consecuencia de su aprobación por el pueblo español, esta ley se promulgó el 4 de enero de 1977. Esta norma contenía la derogación tácita del sistema político franquista en sólo cinco artículos y una convocatoria de elecciones democráticas. Estas elecciones se celebraron finalmente el día 15 de junio de 1977. Eran las primeras elecciones democráticas desde la Guerra Civil. La coalición Unión de Centro Democrático resultó la candidatura más votada, aunque no alcanzó la mayoría absoluta y fue la encargada de formar gobierno.

A partir de ese momento comenzó el proceso de construcción de la Democracia en España y de la redacción de una nueva constitución. El 6 de diciembre de 1978 se aprobó en referéndum la Constitución Española, entrando en vigor el 29 de diciembre. A principios de 1981 dimitió Adolfo Suárez debido al distanciamiento con el Rey y a las presiones internas de su partido. Durante la celebración de la votación en el Congreso de los Diputados para elegir como sucesor a Leopoldo Calvo-Sotelo se produjo el golpe de Estado dirigido por Antonio Tejero, Alfonso Armada y Jaime Milán del Bosch, entre otros.

El golpe, conocido como 23-F, fracasó. Las tensiones internas de la UCD provocarían su desintegración a lo largo de 1981 y 1982, llegando finalmente a disolverse en 1983. El segmento democristiano terminaría integrándose con Alianza Popular, pasando así a ocupar la franja de centro-derecha. Por otro lado, los miembros más cercanos a la socialdemocracia se unirían a las filas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Mientras, el ex-presidente Adolfo Suárez y un grupo de disidentes de su anterior partido, la UCD, iniciaron un nuevo proyecto político centrista que mantendría representación parlamentaria en el Congreso hasta las elecciones generales de 1993, el Centro Democrático y Social (CDS). El PSOE sucedió a la UCD tras obtener mayoría absoluta en las elecciones generales del 82, ocupando 202 de los 350 escaños, y comenzando así la II Legislatura de España. Por primera vez desde las elecciones generales de 1936, un partido considerado de izquierdas o progresista iba a formar gobierno.

Presentada como una narración guionizada, la Constitución española de 1978 era así un modelo a imitar, sobre todo porque su vecino, Portugal, acababa de vivir la r

Revolución de los Claveles[1]. Las fuerzas de la oposición presentadas como dóciles acompañaron a los dos pilotos de la transición que sonː el rey Juan Carlos I y Adolfo Suárez en el cambio de régimen sin grandes dificultades. El pueblo español, en cambio, se mostró como mero espectador de este proceso. En realidad, las cosas no sucedieron así, cada paso de la transición fue una dura conquista porque el sector aperturista del franquismo nunca quiso dotar a España de una democracia parlamentaria similar a la de otros países europeos, como afirman Molinero, CARME., e P. Ysàs (2008):

Desde hacía tiempo, buena parte del personal franquista había llegado a la conclusión de que era necesaria una política de reformas, pero no para transitar hacia una democracia plenamente homologable con las del mundo occidental, sino precisamente para mantener un sistema político particular (p.4).

 

Si muchos, aunque desde luego no todos, se mostraron a favor de algunas reformas es porque

el principal heredero del Caudillo, a ojos de todos, acababa de morir a manos de la ETA.

 

1.1. El asesinato del almirante Carrero Blanco por eta (1973)

Aunque muchos historiadores excluyen la muerte de Carrero Blanco del proceso de transición que tuvo lugar en España, creemos que el asesinato del sucesor constitucional de Franco fue uno de los factores exógenos que influyeron seriamente en la aceleración del fin de la dictadura franquista. En efecto, en agosto de 1939 Carrero Blanco pasó a ser jefe de Operaciones del Estado Mayor de la Armada y a petición del ministro de Marina Salvador Moreno Fernández, redactó en el año 1940 un famoso informe recomendando la neutralidad española en la II Guerra Mundial. El ministro enseñó dicho informe a Franco, que quedó tan impresionado que convirtió a Carrero en su hombre de confianza desde entonces. Fue nombrado subsecretario (1941), ministro de la Presidencia (1951) y vicepresidente (1967), lo que supuso un incremento creciente de su peso específico en el gobierno. En su labor procuró limitar la influencia de los falangistas, promovió la modernización económica y administrativa del Estado, aunque siempre dentro del franquismo, y apoyó la planificación de la sucesión monárquica del régimen, en la figura de Juan Carlos I.15

En 1945, como subsecretario de la Presidencia, aconsejó a Franco como plan de futuro para la dictadura una monarquía de tipo autoritario. En 1947 redactaría la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, en la que España quedaba establecida como «Estado católico, social y representativo» que, «conforme con su tradición» quedaba «constituido en Reino». El almirante Carrero Blanco había sido nombrado presidente del Gobierno, cargo que siempre había ocupado Franco junto a la Jefatura del Estado y se convirtió, a ojos de todos, en el principal candidato para suceder al caudillo a su muerte y así proceder al continuismo. Carrero velaría por la supervivencia del Régimen, Todo parecía estar « atado y bien atado ».

Para saber quién fue realmente Carrero Blanco, es necesario ahondar en sus escritos para entender el desarrollo histórico de España, dada su proximidad a Franco, a quien enviaba regularmente notas de orientación sobre diversos temasː

Su pensamiento se caracterizó por la defensa del inmovilismo cultural y político. Consideraba como momentos negativos de la Historia todo aquello que había supuesto la introducción de progreso y de modernidad en el mundo, desde la Ilustración a la Organización de las Naciones Unidas, pasando por las grandes revoluciones liberales  En su mente primaba la idea de que la esencia de España se identificaba con la tradición, de manera que a pesar de que el aislamiento fuera feroz en los años  posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial, la nación debía conservar el orden y la unidad, sin dejarse llevar por corrientes externas. Dentro de ese firme convencimiento, no dudaba en afirmar que tarde o temprano el resto de países se daría cuenta de que España era quien llevaba la razón y de que los equivocados que debían volver al “buen camino” eran ellos (Laura. Lara Martínez, 2007, p. 11).

 

En definitiva, Carrero Blanco era la personificación del mantenimiento de la tradición y el inmovilismo, el símbolo de continuidad de la obra de Franco. Su muerte, dos años antes de la de Franco, marca el principio del fin del régimen de Franco, como si quisieran eliminar del proceso una pieza esencial que impidiera la democratización de España.

Otros factores endógenos que facilitaron la nueva orientación de España hacia la democratización fue la presión social de los obreros y estudiantes.

  • La conflictividad obrera y universitaria en 1970

En los años 1970, la conflictividad laboral y estudiantil iba a crecer de manera exponencial y se convertiría en la principal palanca del cambio político que tendría lugar en el lustro que siguió a la muerte de Franco. Jesús Ortega y Alfredo Serano en su artículoː Obreros y estudiantes contra el Franquismo, describen mejor la situación que prevalecía en los años 70. Los protagonistas de esta revolución para el cambio no fueron solamente los obreros y los estudiantes sino todo el pueblo español. De una simple ama de casa pasando por los inmigrantes económicos hasta los chicos o chicas que habían ligado con turistas extranjeros, toda esta gente que Antonio Machado llamó «La España de la rabia y de la idea» tenía unas enormes ganas de cambio para disfrutar de la libertad como en los demás países europeos. Dice entonces:

Opositores al servicio militar e insumisos, homosexuales, mujeres desposeídas de derechos elementales (como disponer de una cuenta corriente o firmar contratos) y otras muchas fuentes de descontento fueron alimentando y acrecentando como una mancha de aceite la mentalidad que entonces se llamaba subversiva. A ellos se unirían las personas que nutrieron el traumático éxodo rural a las grandes ciudades, los forzados emigrantes económicos transpirenaicos que pudieron respirar, en medio de su explotación, nuevos aires de libertad y que muy frecuentemente conectaron con los exiliados republicanos de la Guerra Civil. Junto a ellos, algún privilegiado turista o estudiante que viajaba al extranjero y volvía también con ganas de cambio, las mujeres que tenían que volar a Londres para practicarse un aborto que era ilegal en España, alumnos y alumnas con un brillante paso por la escuela que no pudieron continuar estudiando debido a su pertenencia a una clase social popular que les obligó a trabajar prematuramente, españolitos que ligaron con guapas extranjeras, o lo desearon, y las españolas que también ligaron con guapos y discretos extranjeros cuando se produjo el boom turístico del litoral mediterráneo, asociaciones vecinales que luchaban por la dignidad (o simplemente por el asfaltado, el teléfono o el agua corriente) de sus barrios…Todas estas grandes y pequeñas frustraciones confluyeron y se canalizarían en un poderoso movimiento obrero y estudiantil que presionó para que las cosas cambiaran y que socavó la mentalidad franquista (A. Machado, 2017, p. 424).    

 

En efecto, la oposición, animada por la muerte del dictador, vio en ese Gobierno una continuación del régimen. Por ello, impulsó numerosas movilizaciones y huelgas durante todo 1976 para derribar a Arias Navarro. Sobre todo, los meses de febrero y marzo resultaron determinantes de cara a denostar la figura del entonces Presidente de Gobierno. Al principio las huelgas eran para reivindicar condiciones económicas pero visto el contexto dictatorial y sobre todo la represión feroz de gobierno de Arrias Navarro tras cada huelga, hicieron que progresivamente estas huelgas adquirieran un carácter político reclamando libertad y democracia. Entre otras citaremos la huelga masiva de transportistas, las del Sabadell y los sucesos de Vitoria donde murieron cinco trabajadores y más de ciento cincuenta heridos.

A estas huelgas hay que añadir el incremento de acciones de grupos terroristas como el GRAPO; FRAP; y ETA durante el verano de 1976 que van obligar al gobierno a impulsar una ley que «estableciera las líneas básicas para la redacción de la Constitución» (M. I. Pérez Área, 2008, 355). De otro lado, la oposición política al franquismo empezó a unirse en una Coordinación Democrática o Platajunta el 26 de marzo de 1976, para aumentar la presión contra el gobierno lo que tuvo como consecuencia la dimisión de Arrias Navarro. Esta dimisión fue una victoria de la oposición política y significó la derrota del continuismo franquista (X. Domènech, 2012, p. 209).

Los medios de comunicación y algunos historiadores de la época presentaron al rey Juan Carlos I y a su presidente del gobierno Adolfo Suárez como los únicos artífices del cambio democrático en España tras la muerte del dictador en 1975. Hoy está claro, a la luz de la memoria histórica, que la conquista de esta democracia fue obra de todos. Desde ciudadanos de a pie hasta sindicatos, grupos terroristas, estudiantes y toda la clase política antifranquista. Pero también es difícil entender cómo partidos políticos como el P.S.O.E., que defendían una ruptura total con las instituciones del franquismo y proponían el federalismo como modelo de reparto del territorio, ¿podían conformarse con una simple reforma de las leyes del franquismo y una autonomía folclórica?

¿Cómo podía el P.C.E., que había luchado clandestinamente durante todo el periodo del franquismo contra la instauración de una monarquía en España y la utilización de la bandera de los vencedores como emblema del país, aceptar paradójicamente estos dos hechos? Esto dio a los ciudadanos de la izquierda la sensación de que la democracia obtenida « no era muy diferente de un Franquismo sin Franco (J. Muñoz Soro, 2011, p. 48).

Creemos que esta metamorfosis de estos dos partidos, en principio radical, fue posible gracias a la intervención extranjera, aunque tanto a nivel académico español como extranjero, se prestó poco interés a la dimensión exterior del proceso de transición en España.

A continuación, analizaremos la contribución de la dimensión externa al proceso de democratización de España.

 

  1. El papel de la internacional social en el advenimiento de la democracia en España

Aquí queremos subrayar la participación muy activa de la Internacional socialista (IS) que jugó el papel más destacado en este proceso. En su manifiesto fundacional de 1951, la IS había afirmado queː «Toda dictadura, donde quiera que esté, representa un peligro para la libertad de las naciones» y a partir de allí la hostilidad al régimen de Franco será una de las constantes de su actuación. Por lo general, la estrategia adoptada por la IS consistió en influir en el proceso de transición en España mediante la presión, tanto directo como indirecto sobre los gobiernos de sus propios países para que a su vez éstos presionasen al español.

            Cabe señalar ya el peso de la IS en aquella época para captar todo su poder y fuerza de molestia y presión. La IS era una Organización Transnacional de Partidos (OTP) fundada en 1951 por los principales partidos políticos socialdemócratas europeos y muchos partidos de los más importantes del resto del mundo hasta convertirse en el espacio transnacional de partidos políticos más grande y poderoso. Quienes participaban de la OTP eran personas con altas cargos gubernamentales como presidentes, primeros ministros, ministros y legisladores. La IS se componía del Partido Socialdemócrata alemán (SPD); del Partido Laborista Británico (PLB); del Partido Socialista Francés (SFIO); del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y de Los partidos socialistas nórdicos (Suecia y Austria) (F. Pedrosa (2012).

Fiel a su tradición de democratización de Europa, el IS pondrá todo su empeño en impedir o incluso anular todo esfuerzo de acercamiento de España a la comunidad europea. En este sentido, un diputado socialista francés dijo en 1974 en el Congreso del Partido Socialista Obrero Español en Suresnes, Francia, queː «Es a nosotros, socialistas europeos, a quienes cabe el honor de lavar la cobarde complacencia de los vencedores de 1945 con el régimen de franco (C. T. Powell, 1994, 104). Pero ya en 1961 otro socialdemócrata europeo, el alemán Willi Birkelbach (Willi Birkelbach 1961)[2], en su Informe al Parlamento Europeo, había marcado las pautas para impedir cualquier adhesión de España fijando como condición tener un régimen democrático:

 A la hora de examinar una solicitud de adhesión, habrá que considerar también si, además de las condiciones geográficas y económicas, la estructura política del país en cuestión lo convertirá en un organismo extraño en la Comunidad. La garantía de la existencia de una forma de gobierno democrática, en el sentido de una organización política liberal, es una condición para la adhesión (p. 8).

 

Al morir Franco en 1975, los partidos afiliados a la IS, gobernaban, solos o en coalición, en seis de lo nueve países miembros de la CE. En julio de 1974, la Internacional Socialista Alemana contribuyó a la supervivencia del PSOE financiando todas sus actividades mediante la creación de un fondo de solidaridad a finales del mismo año. Tras la ruptura entre el PSOE de Tierno Galván[3] en España y el PSOE en el exilio en  Toulouse, fue de nuevo la Internacional Socialista Alemana la que consiguió reconciliar a las dos tendencias para que la tendencia más joven y renovada en España, representada por Felipe González[4], obtuviera finalmente el apoyo de todos los demás sectores.

A partir de 1974, el IS contribuyó de forma significativa al surgimiento del PSOE y a la consagración de su líder Felipe González invitándole, por ejemplo, a visitar todos los países europeos donde se presentaba como la alternativa a Franco. Tras la muerte de Franco, en enero de 1976 una delegación de la IS se desplazó a España y tras duras discusiones con el gobierno de ARIAS Navarro[5] y posteriormente con él de Adolfo Suárez[6], el PSOE pudo finalmente celebrar su XXVI Congreso en Madrid con la presencia de Willy Brant[7], François Mitterrand[8], Nenni[9] y el ministro de Trabajo Michael Foot[10].

Durante esta visita, el canciller Willy Brandt también exigió al Gobierno español que legalizara al PSOE lo antes posible. Este XXVI Congreso supuso la presentación pública del PSOE tras décadas en la clandestinidad y tuvo un importante impacto en la opinión pública española y europea. Tras este Congreso, el PSOE de Felipe González se convirtió para los alemanes en « el agente de aduanas que debía certificar el proceso de democratización en marcha en España. De hecho, durante una visita de Felipe González a Londres, el ministro de Trabajo Michael Foot dirá ː «Hasta que nuestras camaradas del PSOE nos aseguren que es así» (Abdón Mateos,2007)

Como acabamos de mostrar, el apoyo externo a través de la presión y las declaraciones de la Internacional Socialista ayudaron a fortalecer al PSOE y a promover a Felipe González como líder carismático. Pero en este ascenso del PSOE hay que subrayar el papel preponderante que han jugado en este campo las fundaciones políticas afiliadas a los principales partidos políticos alemanes, como Friedrich Ebert.

 

2.1. La Friedrich    Ebert y la ascensión del PSOE a partir de 1976

            El impulso que experimentó la organización del PSOE a partir de abril de 1976 con la apertura de los locales de sus 27 comités provinciales, provisto cada uno de ellos de un delegado y una secretaria, y con la activación del Instituto de Técnicas Electorales fue sólo posible gracias a la contribución material realizada al partido por la Fundación Friedrich Ebert. A partir de entonces Dieter Koniecki allegará los fondos para mantener toda aquella infraestructura, esto es, desde los alquileres de las oficinas provinciales hasta los gastos de teléfono, pasando por los salarios de los delegados, las secretarias y el personal del Instituto de Técnicas Electorales.

A partir de mediados de 1976, Koniecki (1976) calculaba que el sostenimiento de todo el esqueleto del PSOE requeriría de la Fundación un desembolso mensual de tres millones de pesetas. Junto a la aportación financiera directa dirigida a la expansión territorial y consolidación de la estructura central del partido, el delegado de la Ebert inició en abril de 1976 el que iba a ser el otro aspecto fundamental de su trabajo en España: la organización de seminarios y cursos dirigidos a la formación de cuadros del PSOE. Uno de los primeros seminarios tuvo lugar en Madrid en el mes de abril y en él tomaron parte los ya citados 27 delegados de organización del PSOE, sólo entre abril y octubre, Koniecki realizó un total de ocho.

El más importante de estos seminarios fue sin lugar a dudas la Escuela de Verano del PSOE, que se celebró en El Escorial entre el 16 y el 23 de agosto de 1976, con 120 participantes. En realidad, el evento había sido organizado por la Fundación Ebert, que había puesto la financiación, la logística y los contenidos. Entre finales de 1976 y 1981, la Fundación organizó más de 2000 seminarios, simposios y reuniones, la mayoría de los cuales dirigidos a los cuadros medios del PSOE y la UGT (Informe Fundación Friedrich Ebert, 1996, p. 22). Según Santos Juliá (1997, p. 471), la Fundación Ebert gastó entre 1976 y 1980 unos 680 millones de pesetas sólo en esos seminarios y reuniones.

Debemos recordar que, pese a su larguísima historia, el PSOE no era a la muerte de

Franco sino un pequeño partido cuyos dirigentes no tenían apenas experiencia en labores organizativas y formativas, y además predominaba en ellos una sobrecarga ideológica nada útil para preparar su tránsito a la democracia. Así lo reconoce retrospectivamente el propio secretario de Formación del PSOE hasta comienzos de 1976, Francisco Bustelo (2006) cuando dice:

Lo que había que hacer era preparar a los militantes socialistas para desempeñar cargos (…). Ninguna experiencia teníamos en esa esfera (…) Tampoco teníamos (…) formación en el campo de la gestión (…). Simultáneamente, teníamos que aprender a desempeñarnos también como afiliados y dirigentes de un partido político que estaba en vísperas de salir, por primera vez en la vida de casi todos nosotros, a la luz pública. La clandestinidad es una experiencia muy honrosa pero poco formativa. Reconozco que hubiera sido mejor que mi lugar lo ocupara un socialdemócrata, de los pocos que entonces se declaraban tales en el partido socialista y a los que veíamos con malos ojos. Se hubiera preocupado más de difundir ideas de reforma (…) y no predicar [como yo hacía] la nacionalización de la banca, la autogestión en la empresa y no sé cuántos disparates más (p. 265).

 

No se puede entender por ejemplo el crecimiento de la organización en 1976, tanto a nivel regional como en su estructura central, sin tener en cuenta la decisiva contribución de la Ebert. Tanto este respaldo político como el logístico y económico constituyeron por lo tanto factores fundamentales para comprender la dinámica del PSOE en la transición. La ayuda de los compañeros alemanes y del conjunto del socialismo europeo no puede por lo tanto entenderse como un elemento accesorio, complementario o circunstancial. Para el PSOE, fue tan importante como el aire para respirar.

 

2.2. Los gobiernos europeos y la CEE en la democratización de España

Paralelamente a las presiones y acciones directas sobre el terreno (formación de dirigentes del PSOE, apoyo financiero) por parte de la Fundación Hebert y de la Internacional Socialista (IS), los gobiernos de los países occidentales no se quedaron de brazos cruzados ante el problema de una posible democratización de España.  Así, estos países occidentales, y en particular Alemania, se involucrará activamente en el proceso de democratización en curso en España mediante el apoyo externo colectivo a los líderes de la oposición política moderada. En este sentido, el canciller Schmidt confesará más tarde que «Pensábamos que en España las circunstancias eran especialmente propicias para un giro hacia la democracia y apoyábamos a todos los partidos democráticos y sindicatos hasta donde pudiéramos (C. T. Powell, 1994).

Este apoyo europeo proviene de su teoría en los años 70 de que la mejor manera de lograr una futura democratización de España sería promover su desarrollo socioeconómico porque su aislamiento provocaría la resistencia de sus dirigentes y el sufrimiento de la población, por lo que la CEE firmó el Acuerdo Preferencial de 1970 con España. Este acuerdo, firmado el 29 de junio de 1970 entre España y la CEE, tenía como objetivo consolidar y ampliar las relaciones económicas y comerciales existentes entre España y la Comunidad Europea. Pero al nivel político, los líderes europeos mantuvieron la presión y siempre han sido constantes. Prueba de esta postura es que ningún jefe de Estado europeo pisó suelo español entre 1970 y 1975.

Esta presión sobre el régimen de Madrid adoptó a menudo la forma de un desafío. En efecto, en enero de 1971, los dirigentes socialistas Felipe González, Enrique Múgica y Nicolás Redondo fueron detenidos y acusados de asociación ilícita. La embajada alemana en España intervino rápidamente y fueron liberados. En 1975, durante una entrevista celebrada en la Conferencia de Helsinki, el canciller Schmidt exigió a Arias Navarro que devolviera el pasaporte de Felipe González, y así se hizo. Dos meses después, el embajador alemán en Madrid exigió al rey Juan Carlos la liberación de Luis Yáñez, responsable de las relaciones internacionales del PSOE, que había sido detenido por criticar al régimen de Madrid durante su viaje a Suiza.

Los gobernantes franceses y los líderes británicos animaron y empujaron la población española a levantarse y a deshacerse del dictador de Madrid.

Mientras el general Franco siga gobernando España, el pueblo español no puede esperar una completa y cordial asociación con las naciones del mundo que, en su esfuerzo común consiguieron la derrota del nazismo alemán y del fascismo italiano, los cuales ayudaron al actual gobierno español en su ascenso al poder y a los que como régimen tomo por modelo. Encontraran pronto los medios de conseguir una pacifica retirada de Franco, la disolución de la Falange y el establecimiento de un gobierno provisional (Suárez (2001, p. 63).

 

Todas estas presiones y amenazas internas y exteriores permitieron el cambio de rumbo hacia la democracia que ocurrió tras la muerte de Franco en 1975.

 

Conclusión

El relato «oficialista » que continúa predominando en la memoria colectiva hoy en día es que la transición a la democracia en España fue un proceso histórico sencillo, pilotado por dos élites políticasː Adolfo Suárez y Juan Carlos I, y llevado a cabo sin mayores problemas que los presentados por el terrorismo de ETA. Bajo ese relato el motor de la transformación del país sería el consenso y el diálogo de los dirigentes políticos. Éstos habrían logrado desmantelar la dictadura e instaurar una democracia homologable a las europeas.  En el relato « oficialista » la población española no habría participado de forma activa en el proceso de democratización. La conflictividad social, el movimiento obrero y el antifranquista no habrían tenido ningún papel relevante en la trasformación social. A partir de este trabajo se ve claramente que el proceso de democratización de España fue obra de los factores internos y sobre todo externos y que fue una conquista progresiva hecha de presiones y amenazas de parte de todo el bloque europeo.

 

Bibliografía

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REVISTAS

 

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MARÍA PEDREÑO José (2004). «Los Derechos humanos». Revista Pueblos, n0 12, ed, Imprenta: Madrid.

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INFORMES

Informe de Willi Birkelbach sobre los aspectos políticos e institucionales de la adhesión o de la asociación a la Comunidad (19 de diciembre de 1961).

[1] La revolución de los Claveles es el nombre dado al levantamiento militar del 25 de abril de 1974 que provocó la caída de la dictadura salazarista que dominaba el país desde 1926.

[2]-Willi Birkelbach (1913­2008) fue un político alemán del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). Cuando era eurodiputado, realizó el Informe Birkelbach en el Parlamento Europeo cuyo título eraː Los aspectos políticos e institucionales de la adhesión o de la asociación a la Comunidad, realizados el 15 de enero de 1962.

[3] Tierno Galván, Enrique, fue un político, jurista y ensayista español, Alcalde de Madrid de 1979 a 1986.

[4] Felipe González Márquez es un abogado y político español. Fue Secretario general del PSOE desde 1974 hasta 1997 y presidente del Gobierno entre 1982 y 1996.

[5] Carlos Arias Navarro fue político español. Presidente del Gobierno durante la dictadura franquista y la transición.

[6] Adolfo Suarez fue un político y abogado español. Primer presidente del Gobierno entre 1976 y 1981.

[7] Willy Brant fue un político Socialdemócrata alemán que ocupó el cargo de Canciller entre 1969 y 1974.

[8] François Mitterrand fue un abogado y político francés. Presidente de la República Francesa de 1981 hasta 1995.

[9] Pietro Sando Nenni fue político socialdemócrata italiano.

[10] Michael FOOT fue un político y periodista británico. Miembro del Parlamento del Reino Unido durante 42 años y líder del Partido laborista desde 1980 hasta 1983.

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